Montaba cocinas para un tercero en la Ribera de Navarra, pero deseaba terminar la jornada para meterme en el pequeño taller que tenía en casa de mi madre, me tiraba horas creando muebles artesanos. Hasta que un amigo me pidió que le hiciera una cocina, quedó encantado. Ese amigo tenía otro que, al ver la cocina, también quería la suya.
Sin darme cuenta y empujado con cariño por el mercado, tenía un negocio.
Empezaron a llegar clientes en busca de su cocina, y tenían que pasar por el salón donde mi madre miraba la telenovela. Saludar a mi madre, pasó a formar parte de la experiencia SOLA.
La bola de nieve empezó a hacerse grande, así que…
Necesitábamos más espacio, los 26 m² del pequeño taller ya no eran suficientes, aunque en ese momento no podíamos permitirnos una nave industrial.
De repente, apareció la posibilidad de entrar en una antigua vaquería. Era genial.
Después de limpiar los zócalos de m*erda conservados durante años, dijimos ¡Adiós, vacas! ¡Hola, cocinas! Esto iba en serio…
¡SOLA cocinas está en marcha, señores!
Las cosas iban bien, teníamos mucha demanda de cocinas y empezamos a soñar con ellas.
Estábamos preparados para dar un paso más. Alquilamos una nave de 250 m² en Ablitas, había hasta eco, nos pareció una locura en ese momento. El negocio no paraba de crecer como lo hace el latido de tu corazón cuando ves la cocina que te gusta.
A los cuatro años, nos mudamos a una nave de 500m2 y justo la crisis empezó a entrar en muchos negocios, pensamos que nunca llegaría a nuestras puertas, hasta que un día…
Abrimos la puerta con la sensación de que nos estaban cortando a la juliana, íbamos a ser una víctima más de la crisis. Tuvimos que reajustar el negocio.
Empezamos a fabricar cocinas para las tiendas que años atrás se las montábamos. Pensamos que sería temporal, una ayuda para salir del bache, pero nos dimos cuenta de que nuestras cocinas podían llegar a muchos más hogares de España.
De esta manera, consolidamos el modelo de negocio actual. Pero para llegar a todos los rincones de nuestro país, teníamos que darnos a conocer…
Salimos a la calle, a buscar más tiendas a las que ofrecer nuestras cocinas.
No podíamos ir con las manos vacías, así que cogimos una caja de zapatos (la que mejor pinta tenía) y metimos las muestras de nuestras cocinas. Eso nos dio el empujón que necesitábamos para crecer como fabricantes.
Nunca tuvimos la receta del éxito, pero siempre tuvimos la actitud y las ganas con las que afrontar lo que estaba por venir.
Ahora tenemos el equilibrio entre ALMA (creatividad), CORAZÓN (fabricación) y CABEZA (organización) para seguir creciendo con nuestro proyecto.
No diseñamos en Milán, París ni Berlín. Tampoco venimos de un garaje de Silicon Valley.
Somos de La Ribera, Navarra, pero seamos realistas, nada de lo anterior nos haría fabricar mejores cocinas que los veinte años que llevamos creándolas con pasión.
Montaba cocinas para un tercero en la Ribera de Navarra, pero deseaba terminar la jornada para meterme en el pequeño taller que tenía en casa de mi madre, me tiraba horas creando muebles artesanos. Hasta que un amigo me pidió que le hiciera una cocina, quedó encantado. Ese amigo tenía otro que, al ver la cocina, también quería la suya.
Sin darme cuenta y empujado con cariño por el mercado, tenía un negocio.
Empezaron a llegar clientes en busca de su cocina, y tenían que pasar por el salón donde mi madre miraba la telenovela. Saludar a mi madre, pasó a formar parte de la experiencia SOLA.
La bola de nieve empezó a hacerse grande, así que…
Necesitábamos más espacio, los 26 m² del pequeño taller ya no eran suficientes, aunque en ese momento no podíamos permitirnos una nave industrial.
De repente, apareció la posibilidad de entrar en una antigua vaquería. Era genial.
Después de limpiar los zócalos de m*erda conservados durante años, dijimos ¡Adiós, vacas! ¡Hola, cocinas! Esto iba en serio…
¡SOLA cocinas está en marcha, señores!
Las cosas iban bien, teníamos mucha demanda de cocinas y empezamos a soñar con ellas.
Estábamos preparados para dar un paso más. Alquilamos una nave de 250 m² en Ablitas, había hasta eco, nos pareció una locura en ese momento. El negocio no paraba de crecer como lo hace el latido de tu corazón cuando ves la cocina que te gusta.
A los cuatro años, nos mudamos a una nave de 500m2 y justo la crisis empezó a entrar en muchos negocios, pensamos que nunca llegaría a nuestras puertas, hasta que un día…
Abrimos la puerta con la sensación de que nos estaban cortando a la juliana, íbamos a ser una víctima más de la crisis. Tuvimos que reajustar el negocio.
Empezamos a fabricar cocinas para las tiendas que años atrás se las montábamos. Pensamos que sería temporal, una ayuda para salir del bache, pero nos dimos cuenta de que nuestras cocinas podían llegar a muchos más hogares de España.
De esta manera, consolidamos el modelo de negocio actual. Pero para llegar a todos los rincones de nuestro país, teníamos que darnos a conocer…
Salimos a la calle, a buscar más tiendas a las que ofrecer nuestras cocinas.
No podíamos ir con las manos vacías, así que cogimos una caja de zapatos (la que mejor pinta tenía) y metimos las muestras de nuestras cocinas. Eso nos dio el empujón que necesitábamos para crecer como fabricantes.
Nunca tuvimos la receta del éxito, pero siempre tuvimos la actitud y las ganas con las que afrontar lo que estaba por venir.
Ahora tenemos el equilibrio entre ALMA (creatividad), CORAZÓN (fabricación) y CABEZA (organización) para seguir creciendo con nuestro proyecto.
No diseñamos en Milán, París ni Berlín. Tampoco venimos de un garaje de Silicon Valley.
Somos de La Ribera, Navarra, pero seamos realistas, nada de lo anterior nos haría fabricar mejores cocinas que los veinte años que llevamos creándolas con pasión.
Empezar a lo Pancho Villa está muy bien para despegar, pero tener unas bases sólidas es clave para seguir contagiando la esencia de SOLA.
Hemos sido capaces de tener presente de dónde venimos y eso nos mantiene con hambre para seguir creciendo y transmitiendo esa pasión en nuestras cocinas.
Nos esforzamos en mejorar cada paso que damos. Sin creatividad no puede existir evolución.
Nosotros trabajamos los dos días fabricando tu cocina para que el tuyo en ella sea inmejorable.
Fabricamos tu cocina con el esfuerzo y la humildad que nos permite seguir evolucionando.
Tenemos hambre y estamos preparándonos para hacer algo grande. Síguenos la pista si no te lo quieres perder.
Te voy a contar cuál es el proceso creativo que seguimos para crear nuestras cocinas. Muy poca vergüenza y muchas risas. Suscríbete aquí abajo: